Es triste que te recuerden por lo que un día dijiste aunque fuera desafortunadamente, a que te valoren por lo que promueves en la actualidad. En esta sociedad hay quienes para su propio beneficio, usaran todas las llaves posibles para despreciar tu persona, personalidad o trabajo.
Quien no haya pecado, que lance la primera piedra, quien no se haya confundido alguna vez, que levante la mano, todos en esta vida hemos dicho algo que posiblemente nos persiga por el resto de los días en boca de los intolerantes.
La diferencia es que las palabra dichas son vanas y se las llevan el viento, pero estas son dicha por cobardes que terminarían diciendo, “a donde dije digo digo Diego”. Las de los valientes que las escriben, quedan plasmadas en un periódico, en un panfleto o en la red, y que salga el sol por Antequera, ya sabrán apechugar con ellas.
Prefiero un cabrón que llame cabrón a un cabrón, a un cabrón que mate o mande a matar muchos cabrones. Aunque estos últimos usen al primero para matar, según el, dos pájaros de un tiro.
Quien utilice mi blog para desprestigiar a alguien es un cobarde que no tiene más argumentos que rebuscar en los fondos de los cajones cualquier menudencia con tan solo de sacar tajada política. Y yo al día de hoy valoro más un comentario de un comentarista con nombre y apellidos, a una mierda de partido político, que no es que quiera hacer leña del árbol caído, pues este árbol es duro como un roble, si no que desea simple y llanamente talarlo. Y todo porque son unos ineptos que no saben sacar adelante su partido, fruto de sus incapacidades políticas.
Salud y libertad