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miércoles, 21 de abril de 2010

Tunantelas gaditanos


Cádiz quizás por su diversidad cultural, por su diversidad de gentes de todos los tipos, de toda clase de clases sociales, ha tenido a bien luchar por su subsistencia.

Y me refiero a sus ciudadanos en lo que todos tipos de gentes han hecho de una forma de vida un modo de trabajo, una forma extra de sacarse unos cuartos para sobreponerse a unos bajos sueldos.

Podíamos hablar del Pimpi de Cádiz, de los estraperlista, de los vendedores de numeritos clandestinos… una aglomeración de personajes, que si bien hoy en día aun existen algunos, eran mas propicios en épocas no tan antiguas.

Algunas de estas profesiones bien podían ser “legales” o totalmente ilegales, me explico, bien podía una mujer coser para la calle, o bien podía vender números clandestinos. La ilegalidad manifiesta estaba en ambas partes pero una es mayor que la otra, por razones obvias.

Pero hoy quiero recordar el gitano de las bolitas o de las cartas. Se trataba de un señor de la citada etnia que se solía colocar con una mesa en la calle compañía de Cádiz, usaba o bien tres carta dobladas por su parte interior o tres latillas de cervezas el cual una de ellas escondía una bolita, que era de corcho o de papel lo suficientemente liada a tal efecto.

El truco consistía en ir enseñado las latillas o las cartas y preguntando a donde estaba o bien la bolita o el as, hasta que dejando bien claro y señalado le decía al pobre desaprensivo que si apostaba mil pesetas se llevaba el doble.

Ante tanta claridad existía el gancho de turno que apostaba y ganaba, hasta que el inocente caía y apostaba, pero mientras se miraba el bolsillo para sacar su correspondiente billete, el astuto gitano, percatándose de que no se encontraba mirando el tapete, con un rápido movimiento cambiaba la carta o la latilla de lugar para confundir al engañado, perdiendo logicamente la apuesta.

Yo una vez fui con mi billete de mil pesetas en la mano, para una vez asegurado que no estaba confundido ganarme esa cantidad, me dio tanta inseguridad que iba a ganar, que desistí de apostarme mi dinero, y se que ese día no gané, aunque lo mejor fue que no perdí.

Total que en Cádiz ha habido mucho tunantela al igual que muchos tontos achocaos, aunque ahora estos visten con chaqueta y corbata, y un pin del partido de turno.

Salud y libertad

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